El
último fin de semana de junio. Es una romeria atípica,
puesto que no se celebra en honor a ningún santo o
virgen.
Se
celebra en el paraje de Alto de la Lobera y
fundamentalmente de noche. Se trata de exaltar la
amistad entre los hombres, agasajando a todo aquel que
la visita.
Su
explicación antropológica hay que buscarlas en las
emigraciones que tuvieron lugar en la localidad en los
años 60 y 70, en el sentimiento de desamparo que vivió
la mayoría del pueblo en tierras extrañas.
La
vuelta de emigrantes propició el afianzamiento de una
"Romería sin santo ni religión", sólo dedicada a la
amistad de los hombres.